Enrique Vergara

Creando cultura de la competencia

Nuestra Ley de Competencia establece en su artículo 1º que su objeto es promover y defender...

Por: Enrique Vergara | Publicado: Miércoles 9 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.
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Nuestra Ley de Competencia establece en su artículo 1º que su objeto es promover y defender la libre competencia en los mercados, y que esa tarea les corresponde al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) y a la Fiscalía Nacional Económica (FNE), en la esfera de sus respectivas atribuciones.



Como se puede apreciar, la política de competencia comprende dos líneas de acción: por una parte su promoción, y, por otra, la aplicación de la ley, su cumplimiento. Mucho hemos escuchado en el último tiempo sobre las actuaciones de nuestra institucionalidad relacionadas con el cumplimiento de nuestra normativa, en particular, a través de los casos más emblemáticos. Esto es natural por la cobertura mediática que cubre algunas de las investigaciones de la FNE y juicios seguidos ante el TDLC, lo que genera un indudable interés para los ciudadanos, especialmente cuando los casos inciden en mercados de alto impacto. Sin embargo, esta labor de hacer cumplir la ley, sancionando las conductas ilícitas y resolviendo las consultas que se formulen en la materia, debe necesariamente ser complementada con una política de promoción de los principios de la libre competencia.

En otras palabras, no vamos a tener una sociedad más consciente de la importancia de esta política pública solamente con los castigos que de tiempo en tiempo imponga el TDLC. También es necesario educar, sobre todo en una materia tan compleja como esta. El 28 de octubre pasado, la FNE celebró por noveno año consecutivo el Día de la Competencia, evento en el cual se exponen temas de interés actual en esta materia y en el que este año, además, la FNE instauró la sana práctica de rendir una cuenta anual de la gestión de dicho organismo, tal como lo hace el TDLC cuando celebra su aniversario en mayo. Al igual que el año pasado, para esta edición se contó con la ponencia de destacados economistas y abogados de Europa y Estados Unidos, los que adicionalmente impartieron charlas y clases magistrales en las escuelas de derecho y economía de una universidad, el día previo y el día post evento. De esta forma, se van creando redes con destacados académicos lo que permite invitarlos a los distintos programas de pre y post grado, vinculados a la libre competencia, que actualmente se imparten en algunas universidades del país. Todo esto genera, como se puede anticipar, un círculo virtuoso que permite ir creando un país más consciente sobre el valor de respetar las normas de la libre competencia para el crecimiento del país. Ahora bien, junto con esta mayor oferta de cursos y programas de libre competencia a nivel de educación universitaria, deberíamos pensar en difundir la importancia de conceptos básicos relacionados con esta materia a nuestros niños en algún ramo escolar.

Tal como existe el ramo de educación cívica a través del cual se les enseñan las nociones elementales de nuestras instituciones públicas, se podría impartir un curso en el que se explicaran las ideas fundamentales de nuestro sistema económico, por ejemplo, por qué es malo coludirse. Recuerdo que en Brasil, cuya política de persecución de carteles ha sido bastante exitosa, la agencia de competencia hace un par de años publicó una historieta sobre el cartel de la limonada, en la cual se relataba, de manera ágil y entretenida, las aventuras de tres amigos de no más de diez años que habían decidido vender jugos de limón y de los nefastos efectos que tenía cartelizarse, la que tuvo una interesante recepción por parte de la población.

Nuestros organismos de defensa de la libre competencia no tienen la capacidad para fiscalizar todos los mercados, lo que además es costoso para el país. Si queremos recibir más y mejores bienes a menores precios, debemos ir creando una cultura a favor de la competencia leal y honesta, y esos conocimientos mientras antes comiencen mejor.

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